Estrenamos sección con el repaso de algunos de nuestros entrenadores a esta atípica temporada. Arrancamos con la crónica del CADETE FEMENINO BLANCO a cargo de Begoña.
Tengo que decir, y aprovecho este momento, que estoy muy agradecida de todo lo que me ha enseñado este equipo. Y es que ,el mero hecho de ser entrenadora no implica una relación de aprendizaje unilateral. Yo reconozco que pese a la diferencia de edad que tenemos me han enseñado y mostrado un montón de valores que me ha hecho estar orgullosa de haber pertenecido a este equipo.
El primer valor que me enseñaron fue el de la familia, y aunque al principio no lo correlacioné del todo. Con pequeños detalles lo empecé a ver claro. Esta compuesta de unos integrantes no elegidos puesto que por edades y por querer aprender un deporte se conformó y ahí, se convirtieron en un núcleo donde aprenden a decirse las cosas, lo bueno y lo malo, desde el cariño de no ofender por el amor y respeto que se tienen entre ellas. Se conocen y lo demuestran alardeando y haciendo énfasis en aquellas cosas en las que destacan cada una, pues es la parte especial que aportan al equipo. Y aunque cada una tiene sus amigos y su escuela, no falta esa pregunta al principio del entrenamiento de que tal, o esas charlas que denotan conversaciones previas de wasap, como si se tratase de esos coloquios en la cena. Y por supuesto no faltan sus salida o ritos familiares, como su viernes de vestuario en el que se arreglan para dar una vuelta todas juntas o sus quedadas para ver a otros equipos del club. Esto es una familia.
Me sorprende el respeto y educación y no me debería de sorprender, pero cuando comparo, veo la necesidad de hablar de ello. No hay día en el que no recojan su material, o colaboren en recoger cualquier material utilizado. Que no se esperen las unas a las otras para entrar ya sea a un entrenamiento o un partido. Que acepten las criticas y que si no están conformes pregunten o expliquen por qué no están de acuerdo con lo que se le dice. Es perfecto. O admitir equivocaciones, en las que me incluyo, pues yo también he tenido que realizar mis correcciones.
Es admirable la superación, el amor al deporte, la persistencia, la constancia y el querer avanzar. Desde quedar para hacer físico y correr antes del entrenamiento, hasta el esforzarse y no conformarse o no sentirse a gusto, si el entrenamiento no ha estado a su altura o no han dado en el partido todo lo que podían dar.
Y aunque a lo mejor se esperaba un mensaje o crónica mas afable o emocional, creo que es importante remarcar lo que a este equipo y a cada una de las chicas, las hace tan especial. Si tuviera que hablar de la parte emocional, por no haberlo expresado lo suficiente, igual, son las familias, esa afición, que no ha faltado nunca y que siempre se ha interesado en dar apoyo, en los momentos buenos y en los malos, no han resistido al madrugar o han sido grandes choferes en nuestras salidas fuera de casa. felicidades por ser como sois, por la educación y los valores inculcados, que hace todo más fácil y que comparte este amor de baloncesto. Por haberme acogido como me habéis acogido y haberme hecho parte de vuestro núcleo, por dejarme ser confidente, y amiga, por interesaros por mí, y por no pedir nada a cambio. Desde estas letras y aunque suene redundante o exagerado, muchas gracias, que sepáis que tengo un gran cariño por todos vosotros y que habéis tocado un huequito de mi corazón.
Y por supuesto y por último, mil gracias a mi media naranja baloncestística, que ha aguantado estar sentada mientras nos comían los nervios en un partido por la imposibilidad de estar las dos de pie, por siempre estar ahí, por admitirnos las correcciones y los distintos puntos de vista, y por hacerme ser mas exigente por su tan alto listón. Por admitir y entender, mi tan complicado sentido del humor. Y por pedir que no solo entre la canasta, si no que hasta cante el balón. Así que Arancha, muchas gracias y que sepas, que para mí, eres una crack, confidente, compañera y amiga. Un placer tenerte a mi lado.




